Desde hace más de 100 años el 8 de marzo se celebra el Día de la Mujer. Este día mujeres de todo el mundo dejan de lado sus diferencias étnicas, culturales, políticas y lingüísticas para celebrar su día.
Las primeras manifestaciones formales de derechos para la mujer se dieron durante la Revolución Francesa, donde las mujeres parisinas reclamaron igualdad social como una lucha de género y no como una lucha de clases. En agosto de 1910 se organizó la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres en Copenhague (Dinamarca), donde 100 mujeres representantes de 17 países se reunieron y se propuso el establecer de un Día de la Mujer, sin establecer un día especifico.
Durante muchos años se celebró el día de la mujer en diferentes fechas entre febrero y mayo, pero no fue hasta 1977 que las Naciones Unidas pidió a sus miembros celebrar el Día de los Derechos de las Mujeres y la Paz Mundial.
Hemos elegido dos ejemplos de mujeres resaltantes que han luchado por ver cambios en sus comunidades y mediante mucho esfuerzo lo han logrado.
Wangari Maathai
Fue una activista política y ecologista nacida en Kenia, una de las principales figuras del movimiento ecofeminista.
En 1977 fundó el Green Belt Movement (GBM), por el que obtuvo el Premio al Sustento Bien Ganado en 1986. Esta organización no gubernamental se centra en la conservación del medio ambiente y el desarrollo comunitario enfocado en ayudar a la comprensión de obstáculos que impiden que las personas o entidades no alcancen sus objetivos de desarrollo y que al mismo tiempo aprendan habilidades que les permitan alcanzar resultados mensurables y sostenibles.
Maathai incorporó el empoderamiento de las mujeres, el ecoturismo y el desarrollo económico justo. El GBM organiza a mujeres en las zonas rurales de Kenia para plantar árboles, combatir la deforestación, restaurar su principal fuente de combustible, generar ingresos y detener la erosión del suelo.
Ella recibió el Premio Nobel de la Paz en el 2004 por su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz, convirtiéndose así en la primera mujer africana en recibir este premio.
Las mujeres algodoneras de Arbosol y Huaca de Barro
La comunidad Huaca de Barro, ubicada en la ciudad de Mórrope, al norte del Perú, descansa sobre tierras que en algún momento le pertenecieron a la cultura Moche. Fueron ellos quienes comenzaron a sembrar el algodón nativo gossiypium barbadense perivianum, cuya característica principal se encuentra en la amplia gama de colores que presentan.
En el año 2003 treinta mujeres de las comunidades de Huaca de Barro, Arbosol y Hornitos se organizaron para recuperar esta planta olvidada y presentaron su iniciativa al Programa de Pequeñas Donaciones del GEF/PNUD (SGP) para poder obtener los fondos necesarios y así poder salvar esa planta que se creía podía estar extinta.
Ellas pudieron encontrar las semillas de algodón nativo gracias a un campesino que vivía en Monte Verde y fue gracias a él que pudieron empezar a sembrar nuevamente.
En el 2008 ganaron el Premio Ecuatorial y las integrantes de esta asociación fueron reconocidas por reducir la pobreza a través de la conservación de la biodiversidad y por salvar de la extinción a una rara clase de algodón nativo.
Fuentes:
http://www.pe.undp.org/content/peru/es/home/ourwork/womenempowerment/successstories/ArbosolHuacadeBarro/